El Debate sobre las Presas: el costo ambiental y social de la infraestructura.- Reflexión de Sandra Domínguez

El debate global sobre las presas es tan abrumador como fundamental. Aunque a simple vista puede parecer un asunto técnico relacionado meramente con infraestructura, , su complejidad radica en los profundos problemas sociales, medioambientales y políticos que emergen al transformar el cauce de los ríos, y modificar los ciclos de los recursos naturales. Las decisiones relacionadas con las presas impactan directamente las aspiraciones humanas de desarrollo y bienestar, trasladando frecuentemente los beneficios desde comunidades locales ribereñas hacia nuevos grupos de ámbito regional o nacional.

Beneficios y Costos de las Presas

Desde los años 1930 hasta los años 1970, la construcción de grandes represas se convirtió –a los ojos de muchos– en sinónimo de desarrollo y progreso económico. Consideradas como símbolos de la modernización y de la capacidad de la humanidad para aprovechar la naturaleza, la construcción de represas se aceleró dramáticamente. Esta tendencia alcanzó su punto máximo en la década de 1970, cuando en promedio se pusieron en funcionamiento dos o tres grandes represas cada día en algún lugar del mundo.

Si bien se creía que los beneficios inmediatos eran suficientes para justificar las enormes inversiones realizadas (la inversión total en grandes represas en todo el mundo se estima en más de 2 billones de dólares), también se citaron a menudo los beneficios secundarios y terciarios. Entre ellas figuraban consideraciones sobre la seguridad alimentaria, el empleo local y el desarrollo de capacidades, la electrificación rural y la ampliación de la infraestructura física y social, como carreteras y escuelas. Los beneficios se consideraban evidentes, mientras que los costos de construcción y operación tendían a limitarse a consideraciones económicas y financieras que justificaban las represas como una opción altamente competitiva.

Más de 45.000 veces en el último siglo la gente tomó la decisión de construir una presa. Las presas se construyeron para proporcionar agua para la agricultura de riego, uso doméstico o industrial, para generar energía hidroeléctrica o ayudar a controlar las inundaciones. Pero las represas también alteraron y desviaron los caudales de los ríos, afectando los derechos existentes (los derechos previamente establecidos de las comunidades, grupos o individuos relacionados con el uso y acceso al agua. Esto puede incluir derechos de riego, pesca, o incluso derechos culturales y espirituales vinculados a los ríos y sus ecosistemas y el acceso al agua,  provocando impactos significativos en los medios de vida y el medio ambiente. Las decisiones de construir represas son cada vez más cuestionadas a medida que se expanden el conocimiento y la experiencia humana, desarrollamos nuevas tecnologías y la toma de decisiones se vuelve más abierta, inclusiva y transparente.

La Cuestión de Equidad

La inequidad en la distribución de los beneficios de las presas ha generado cuestionamientos sobre su verdadero valor para satisfacer las necesidades de agua y energía, especialmente cuando se comparan con alternativas más sostenibles. ¿Cómo justificar un proyecto cuando los costos sociales y ecológicos superan ampliamente los beneficios obtenidos?

Para abordar este debate de manera justa y sostenible, es esencial involucrar a todas las partes interesadas en las decisiones relacionadas con el desarrollo de recursos hídricos y energéticos. Este enfoque permite:

  1. Identificar opciones que equilibren las necesidades humanas, ambientales y económicas.
  2. Descartar proyectos desfavorables en las primeras etapas de planificación.
  3. Garantizar que las soluciones adoptadas cuenten con el consenso de las comunidades afectadas y de otros grupos clave.

El objetivo no es fomentar la competencia, sino promover la cooperación para resolver intereses contrapuestos. Esto implica encontrar formas de compartir los recursos hídricos de manera equitativa y sostenible, respetando tanto las necesidades humanas como las del medio ambiente.

Un Desafío Compartido

Las represas son un medio para un fin, no un fin en sí mismas. El propósito debe ser la mejora sostenible del bienestar humano, promoviendo un desarrollo que sea económicamente viable, socialmente equitativo y ambientalmente sostenible. Si una gran represa es la mejor manera de lograr este objetivo, merece nuestro apoyo. Pero cuando otras opciones ofrecen mejores soluciones, deberían ser prioridad.

El debate en torno a las presas no solo trata de infraestructura, sino de cómo desarrollamos y gestionamos los recursos hídricos. La controversia no se centra en el diseño técnico de las presas, sino en los impactos sociales, ambientales y culturales que generan. Estas infraestructuras regulan los ríos, afectan el acceso al agua, desplazan comunidades y alteran ecosistemas.

Un claro ejemplo es la presa de las Tres Gargantas, en el río Yangtzé, China. Esta represa ha tenido impactos negativos en la biodiversidad, los ecosistemas y hasta en la rotación de la Tierra. Inundó más de 600 km², destruyendo hábitats terrestres y acuáticos, amenazando especies como el delfín baiji y el esturión del Yangtzé, y desplazando forzosamente a más de un millón de personas. Además, el almacenamiento masivo de agua desplazó levemente el eje de la Tierra, afectando su rotación.

En todo el mundo, las grandes represas han fragmentado y transformado ríos, siendo responsables de la regulación del caudal en el 46% de las cuencas hidrográficas primarias del mundo. En regiones como Estados Unidos y la Unión Europea, entre el 60% y el 65% de los ríos están regulados por presas.

Las grandes represas han desplazado entre 40 y 80 millones de personas en todo el mundo. Las poblaciones afectadas incluyen familias reasentadas, comunidades receptoras y aquellas aguas abajo cuyos medios de vida se ven alterados por la fragmentación de los ecosistemas. También se pierden recursos naturales y patrimonio cultural bajo los embalses.

Además, las crecientes amenazas a las cuencas hidrográficas, como el aumento demográfico, la deforestación y la contaminación, se agravan con la construcción de represas. Estas infraestructuras fragmentan ecosistemas y generan impactos que varían en duración, escala y reversibilidad.

Conclusiones

El debate sobre las presas es un reflejo de nuestras prioridades como sociedad. La construcción y operación de estas estructuras han proporcionado beneficios significativos, pero también han traído consigo costos sociales y ambientales inaceptables. Decidir construir una represa no es solo una cuestión técnica, sino un desafío ético y de desarrollo humano.

Al final, la clave está en encontrar un equilibrio. Solo al priorizar soluciones que sean equitativas y sostenibles podremos garantizar un futuro en el que el desarrollo y la conservación vayan de la mano.

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